miércoles, 19 de mayo de 2010

EL RECUERDO DE UNA LUCHA CONTRA LA DISCRIMINACION RACIAL

Aunque te parezca increible, hasta la década de los 60 existían en Estados Unidos leyes de segregación racial que obligaban a que las personas blancas y negras estuvieran separadas en determinados lugares y servicios públicos. Así, entre otras cosas, existían lavabos, mesas en los restaurantes y escuelas.


El caso de los autobuses era especial. La parte delantera estaba reservada a los blancos y la trasera era exlusiva para negros, mientras que los asientos del medio, en teoría, podían ser usados por ambos. En la práctica, lo que habitualmente ocurría era que las personas de raza negra debían cambiarse de asientos.

Así, hasta que un 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks se negó a ceder el suyo a un hombre blanco en la ciudad estadounidense de Montgomery.

Con serenidad, Rosa se limitó a contestar serenamente un simple no; una negativa que detrás llevaba el rechazo a años de desprecios y humillación.

Su detención provocó un boicot durante meses al servicio público de autobuses de Montgomery y una movilización que culminó con un avance muy importante: el reconocimiento de la ilegalidad de la segregación en los transportes por parte del Tribunal Supremo de Estados Unidos en 1956. Era un primer paso fundamental.

Cuando Rosa Parks se negó a ceder su asiento en aquel autobús, una voz muy especial se encargó de recoger su testigo de resistencia pacífica para convertir la protesta en un clamor. Se trataba de Martin Luther King, por aquel entonces un pastor de la Iglesia Baptista que acababa de llegar a aquella pequeña ciudad estadounidense y el hombre que se convertiría en el principal impulsor del reconocimiento de los derechos civiles en Estados Unidos.

En 1955, Martin Luther King fue uno de los primeros en llamar al boicot contra la compañía de autobuses de Montgomery, extendiendo el movimiento a todo el país sin descanso. Después de que el Tribunal Supremo condenara el sistema de segregación en los transportes públicos, continuó con el llamamiento. La sentencia del tribunal había sido un avance, pero la situación de discriminación racial en Estados Unidos continuaba siendo una realidad.

En 1963, ante las 200.000 personas que habían acudido a Washington reclamando el reconocimiento de los derechos civiles, pronunció su famoso discurso en el que “soñaba” con que la igualdad entre los hombres fuera pronto una realidad. Un año después, La Ley de Derechos Civiles acababa con la segregación racial en locales públicos y la discriminación educativa y laboral y Luther King recibía el Nobel de la Paz. Tras lograr también el derecho al voto, su lucha pacífica continuó incansable hasta su asesinato en 1968.

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