miércoles, 15 de septiembre de 2010

EDUCAR PARA LA NO VIOLENCIA

Mas allá de avances legislativos el tema o de presencia estatal, la violencia hacia las mujeres es un problema cultural, es decir, que es también un problema educativo.


Hay muchos cambios por delante.

El cambio curricular, es decir ofrecer una nueva mirada de los saberes, de la ciencia y la cultura que incluya a las mujeres y contribuya a valorar y a dignificar su papel en la sociedad.

Es urgente que se produzcan cambios curriculares que vayan desde la inclusión de nuevos contenidos en las "viejas" áreas y en las nuevas áreas o asignaturas a lo largo de toda vida escolar, a una selección de contenidos de acuerdo a una visión no androcéntrica y que no pondere los acontecimientos violentos e individualistas (la historia de los reyes vencedores y de sus guerras, no es la historia de la humanidad), pero también en la manera de impartir esos contenidos más acordes con los principios de cooperación y resolución pacífica de los conflictos.

Podríamos llamarlo educación para la paz.

Privilegiar el consenso y el acuerdo como forma racional y civilizada de solucionar adecuadamente los conflictos que se suscitan.

Asimismo debe velarse por la eliminación de estereotipos sexistas en los materiales educativos, algo sobre lo que ya numerosos estudios han señalado su importancia.

El núcleo familiar es lugar ineludible de enseñanza de valores, pero el sistema escolar no se queda atrás: en clase, los niños aprenden incluso más que insertos en su familia, ya que es ahí donde tiene su primera toma e contacto con el grupo de iguales, cosa que puede llegar a ser muy beneficiosa si por parte de los docentes se va educando en base a la igualdad, al respeto y a la no utilización de la violencia como forma de resolver conflicto alguno.

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