miércoles, 1 de septiembre de 2010

LAPIDACIONES EN IRAN

Sakineh Mohammadi Ashtiani cumple condena en una cárcel iraní acusada de haberle sido infiel a su marido, un delito penado con la lapidación en ese país. El gobierno argentino exhortó a Irán a detener la ejecución, sumándose al reclamo internacional.
'La República Argentina, fiel a su política de defensa y promoción de los derechos humanos y de la mujer, derecho a la vida e integridad física de las personas, exhorta al Gobierno iraní a que detenga la ejecución de la sentencia', expresó la Cancillería a través de un comunicado de prensa. Mediante la cartera que conduce Héctor Timerman Argentina se adhiere al 'reclamo generalizado de la comunidad internacional (contra la ejecución de esa mujer) al que nuestro país se suma, cumpliendo con la Declaración Universal de Derechos Humanos'.
Sakineh Ashtiani continúa en una cárcel iraní a la espera de que el Gobierno de su país decida el día de su muerte. Una muerte sobre la que tendrá su última palabra el tribunal islámico que la juzgó.
Hasta el momento, más de 200.000 personas firmaron para evitar su lapidación y a favor de su libertad. Organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional http://www.es.amnesty.org/actua/acciones/iran-lapidacion-mujer o Human Rights Watch http://www.hrw.org/es están llevando a cabo una campaña en su defensa.





El caso de esta mujer de 43 años se dio a conocer a través de la Campaña Internacional por los Derechos Humanos en Irán, que informó sobre la terrible situación en la que se encontraba esta mujer, madre de dos hijos, Farideh y Sajjad. Condenada en 2006 por mantener con el primo de su marido 'una relación ilícita' -así caratula el Código Penal iraní cualquier relación fuera del matrimonio-, recibió como castigo 99 latigazos así como la pérdida de su libertad.





Posteriormente el primo de su marido fue juzgado por el asesinato del esposo de Ashtiani. El tribunal concluyó que ella y el familiar de su marido habían mantenido la relación antes de que Ashtiani fuera viuda, por lo que habían cometido 'adulterio'. Este tipo de delito está sancionado con la lapidación en el código penal vigente en Irán desde la revolución islámica de 1979.
Ashtiani confesó, durante la serie de interrogatorios a los que fue sometida, el adulterio. De nada sirvió que luego se retractara alegando que había sido coaccionada o que pidiera clemencia. Entre las desprolijidades se puede observar que no fueron tomadas en cuenta las declaraciones del ayatolá Mohammad Ebrahim Yannati asegurando que no había base religiosa para imponer tal castigo a Ashtiani ni las críticas de las organizaciones de derechos humanos que llevan años denunciando la falta de garantías del sistema judicial iraní.
Una vez difundido el caso la opinión pública internacional ya estaba de su lado y clamando por su liberación. En respuesta a estas reacciones las autoridades iraníes anunciaron que Ashtiani no sería lapidada, aunque no precisaron que se le fuera a conmutar la pena de muerte, es decir que podría ser ejecutada en 'cualquier momento', como sigue alertando Amnistía Internacional.







El anuncio quedó claro con las palabras del jefe de la autoridad judicial iraní que manifestó que 'por el momento' se suspendía el veredicto 'por razones humanitarias' aunque era algo 'definitivo y aplicable'. Estas declaraciones fueron corregidas por el ministro de Exteriores iraní, Manucher Mottaki, que aseguró pocos días después que 'la justicia iraní no ha suspendido la lapidación'.Políticos y compromisos
Desde Brasil el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, durante un acto en campaña electoral, aseguró estar dispuesto a recibir a la mujer en su país. Frente a ello la respuesta del mandatario iraní, Mahmud Ahmadinejad, no tardó en dejar en claro que la mujer acusada no sería deportada al país suramericano.Francia también pidió a la Unión Europea sanciones contra Irán para impedir la lapidación de esta mujer.







El ministro francés de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, ha pedido a las 27 naciones del bloque el envío de una advertencia común a Irán, acompañada de sanciones, para así salvar la vida de Sakineh Mohammadi Ashtiani.
El ministro ha criticado que las actuaciones hasta ahora se han limitado a declaraciones poco eficaces, y por eso pidió al Consejo Europeo, 'nuevas medidas'.A su vez, en respuesta a la campaña internacional a favor de Ashtiani las autoridades iraníes difundieron un video de la mujer en un programa de la televisión estatal el 11 de agosto.
Allí aparecía la mujer con un velo que solo dejaba ver una parte ínfima de su rostro, donde confesaba haber sido cómplice del asesinato de su marido en 2005 y que tuvo una relación con el primo de éste, a quien culpó del crimen. En esta entrevista, grabada en la prisión de Tabriz, donde reside Ashtiani desde hace cuatro años, cuenta detalles del asesinato de su esposo y criticó la inferencia de los medios de comunicación occidentales en su caso.
 También negó conocer a Mohammad Mostafaéi, el abogado que la defendió, quien buscó refugio en Noruega para evitar las represalias por haber hecho pública la situación de su defendida. 'Yo le digo a Mostafaeí: ¿cómo te atrevés a usar mi nombre, a mentir en mi nombre, a decir cosas sobre mí que no son verdad?', aseguró Ashtiani.
El abogado precisó que la confesión televisada fue realizada bajo presión. Idea respaldada por el otro abogado de Ashtiani, Houtan Kian, quien explicó que se grabó como resultado de dos días de tortura. 'Fue golpeada con dureza y torturada hasta que aceptó aparecer frente a la cámara', declaró Kian al diario inglés The Guardian.Hastían es de la minoría azerí y casi no entiende el persa.
'No hay pruebas en su caso que justifiquen esta sentencia inhumana', ha denunciado la Campaña Internacional por los Derechos Humanos en Irán, la primera en dar la voz de alarma.



La campaña respondía al llamamiento del abogado de Ashtiani, Mohammad Mostafaeí, quien, agotadas todas las instancias, difundió el caso en su blog. Desde entonces, Amnistía Internacional y Human Rights Watch, entre otras, se han sumado a la movilización internacional pidiendo su perdón.Lapidación reglamentada Segun Amnesty Internacional, desde 2002 han muerto lapidados en Irán al menos seis hombres y una mujer. Los últimos han sido Houshang Khodadadeh y otro hombre no identificado que fueron lapidados a finales de diciembre de 2008, y más recientemente, el 5 de marzo de 2009, un hombre llamado Vali Azad, lapidado en secreto en la prisión de Lakan, en el noroeste de Irán.



Además, el 19 de febrero de 2009 fue ejecutado Abdollah Farivar Moghaddam, que había sido condenado a lapidación por 'adulterio estando casado'. Sin embargo, su familia fue informada un día antes de que iba a ser ahorcado. A Kobra N. se le ha conmutado la condena de lapidación por 100 latigazos; Soghra Mola’i fue absuelta del cargo de adulterio tras una nueva investigación aunque tiene que cumplir condena de prisión por complicidad en el asesinato de su esposo; se cree que la condena de lapidación impuesta a Fatemeh se ha anulado tras ser juzgada de nuevo y absuelta del cargo de adulterio aunque tiene que cumplir una condena de prisión en relación con la muerte de un hombre.







Desde 1999, en el norte de Nigeria, la sharia permite castigar con la lapidación el adulterio. En Afganistán sucede los mismo.Para este tipo de condena la persona es enterrada hasta el pecho y golpeada hasta la muerte con piedras que no sean tan grandes como para matarla de forma instantánea ni tan pequeñas que no le causen daño, tal como establece el código penal de la República Islámica.De acuerdo con el código penal vigente se establece la lapidación para los adúlteros, pero de acuerdo con esa polémica interpretación de la sharía (ley islámica), el delito debe probarse por la confesión repetida del acusado o el testimonio de cuatro testigos varones (o de tres hombres y dos mujeres).
Es que esto está pautado justamente como un proceso que puede realizarse con el amparo de la ley como lo indican los artículos 98 al 107 del Código Penal iraní, que incluso establece quién debe tirar la primera piedra.Los artículos precisan que se entierra en un agujero al condenado, 'hasta la cintura' si es un hombre y 'hasta por encima de los senos' en el caso de las mujeres, especifica el artículo 102. De escapar del agujero se garantiza el perdón si no hubiera testigos (artículo 103).





En el filme 'La lapidación de Soraya M.', basado en el libro del mismo título de Freidoune Sahebjam, se puede observar que se trata de una de las muertes más horribles y desgarradoras. Es que las piedras van golpeando la parte superior del cuerpo, este se balancea, y depende de la intensidad con que se tiran las piedras y de la puntería, cómo se irá lacerando al cuerpo semi enterrado. La sangre va apareciendo, lentamente, pero nadie se detiene.
Ninguno de los que están presentes comprende la clemencia ni la piedad. Si la condena fue fruto de la confesión, como intentan presentar al caso de Sakineh Ashtiani, es el juez quien arrojará la primera piedra. De haber testigos, serían ellos y luego el juez y el resto de los presentes en la ejecución que por ley no pueden ser menos de tres.
Como las lapidaciones despiertan muchas polémicas, suelen celebrarse a puerta cerrada y se hace más dificultoso establecer el tipo de personas que acceden a este tipo de castigo. Después de todo, quienes participan no solamente lanzan las piedras para asesinar a la persona que esta enterrada e indefensa sino que apoyan este tipo de atrocidades

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